Comentario
Toda la serie de transformaciones que se producen en la economía de la Edad de Bronce tienen un reflejo en el sistema de ocupación del espacio, constituyendo ésta una variable que, hoy en día, con el auge de la arqueología espacial y la proliferación de prospecciones arqueológicas selectivas y sistemáticas, comienza a disponerse de una base para poder cuantificar y valorar los sistemas de ocupación, densidad, tamaño, jerarquización y distribución de asentamientos, lo que aportará datos de sumo interés para entender problemas que han preocupado a la arqueología del territorio y que tienen una clara relación con el tamaño de las poblaciones, su especialización económica o su organización social. Cualquier organización social tiene su reflejo en la manera como organiza su propio territorio.
No han sido, sin embargo, estas variables las que de forma tradicional más han preocupado a la arqueología, y a pesar de que el panorama va cambiando de manera desigual, creemos importante tratar de trazar aquí, al menos, una aproximación a problemas de densidad, distribución y jerarquización de los asentamientos.
Fue Renfrew en sus ya clásicas obras "Before Civilizacion" o "The Emergence of Civilizacion. The Cyclades and the Aegean in the third millenium BC", quien puso el acento en la necesidad de la determinación del tamaño de las comunidades que dieron lugar a monumentales realizaciones como las tumbas de cámara de Rousay o Arran en las islas Orcadas, los templos de piedra de la isla de Malta, los palacios cretenses y micénicos, o los recintos ceremoniales tipo hongo del tercer y segundo milenio a.C. de Wessex, en Inglaterra. Recurriendo a una serie de paralelos etnográficos, como los de la Isla de Pascua o las denominadas marae, plataformas rituales de Tahití, Renfrew trata de demostrar que en unos casos basta con la colaboración de un reducido número de personas para construir algunos de los grandes megalitos de las Orcadas y que, sin embargo, será necesaria la colaboración de un elevado número de personas, correspondientes a diversas comunidades, para construir monumentos como Stonehenge. Por tanto, parte de las realizaciones que una sociedad ha dejado dependen del número de sus componentes o de la capacidad de su organización para reclutar personas dispuestas o forzadas a realizar trabajos en pos de la comunidad o de sus símbolos, puestos en evidencia por obras como las grandes pirámides egipcias o las ciudades mesopotámicas, en los casos extremos.
No tenemos, por ahora, apenas datos sobre la evaluación de la población en distintas zonas y épocas, por lo que haremos referencia a estos problemas en un sentido muy general y con valoraciones muy ambiguas, que irán cambiando a medida que este tipo de problemas vayan interesando a la investigación y encontremos, por tanto, documentación que permita reflejar estos parámetros en las futuras síntesis.
Se ha considerado que el modelo económico de agricultura-ganadería impone un sistema de ocupación de pequeñas aldeas dispersas, que reflejan poca cohesión social entre ellas y que determinan una densidad de población muy baja, con una cierta tendencia a la movilidad de los asentamientos a medida que lo requieren las condiciones de productividad de las tierras. A partir de los cambios producidos en la base económica, este panorama general tendió a modificarse, pero esta modificación no fue ni en un mismo sentido ni deparó unas mismas fórmulas de ocupación del territorio, como tampoco lo eran las estrategias económicas, ni lo serán las organizaciones sociales dependientes de ellas.